PREGUNTA: ¿ESTA
PERMITIDO A UN LAICO IMPONER LAS MANOS?
Bien
hermana aunque no me dejaste información suficiente sobre el momento o uso de
esa imposición de las manos sobre la que preguntas, supongo que eres del
movimiento de la Renovación Carismática y te refieres al conflicto que hay en
muchas comunidades acerca de que está prohibido para los laicos imponer las
manos. Quiero dedicar esta respuesta a todas las comunidades que a lo largo de
la republica tienen dudas acerca de esta acción de imponer manos y a todos mis
hermanos sacerdotes que desconocen el tema a profundidad, espero mis palabras
sirvan de guía para esclarecer este conflicto. Pero antes de dar una respuesta
directa vale especificar algunos conceptos para entrar en materia, aunque la
explicación sea un poco larga, conviene leerla para entender la respuesta que
doy al final:
¿QUE ES LA IMPOSICIÓN DE MANOS?
La imposición de manos es un acto amor y de
servicio de uno a otro que se produce cuando una persona pone su mano o ambas
manos sobre el cuerpo de otra persona por un propósito definido
espiritualmente. La
imposición de manos es una costumbre existente en el pueblo de Israel que se
remonta al Antiguo Testamento, (Aunque no solo el pueblo de Dios tenia esta
costumbre sino también los pueblos vecinos a este, principalmente los de
mesopotamia) quizá el origen de esta tradición dentro de Israel se remonte a la
Etapa Patriarcal aproximadamente hacia el 1850 a.C. o anterior a esta, cuando
algunos patriarcas pedían la bendición y consagración a Dios de sus
primogénitos (Génesis 48,14). También para la consagración de los sacerdotes
(Num 8,10; 27,18.23). Pero el estar permitido o no actualmente para el laico,
depende del uso que se le da y lo que significa. Algo que nos ayuda a entender que
hay muchas funciones de este gesto y no solo una, es el sentido que la Biblia
le da a tal expresión de fe, por eso conviene entender los diferentes
significados del mismo texto para después especificar con qué sentido y que uso
debe dársele por parte del laico. En efecto, la imposición de las manos tiene
en la Sagrada Escritura, los siguientes significados:
LA IMPOSICIÓN DE MANOS EN EL A.T.
La Transmisión de Pecados y Ofrecimiento para
purificación de los demás
Con frecuencia la imposición de las manos tiene un
tono sacrificial. Se hace el gesto, por parte del sacerdote o de los
asistentes, sobre la cabeza del animal que va a ser sacrificado. Es algo
más que el mero señalar: de alguna manera se quiere indicar que las
personas se quieren identificar con el animal ofrendado a Dios (cfr., por
ejemplo, Éx 29,10-21; Lev 1,4; 3,2; 4,15 8,14.18.22). En el Antiguo
Testamento el rito más solemne sucede en la fiesta del Yom Kippur (día de
la Gran Expiación) cuando un macho cabrío es enviado al desierto "cargado
con los pecados del pueblo”, cosa que se simboliza con la imposición de
manos: "imponiendo ambas manos
sobre la cabeza del macho cabrío vivo, hará confesión sobre él de todas
las iniquidades de los hijos de Israel y de todas las rebeldías y todos
los pecados de ellos, y cargándolas sobre la cabeza del macho cabrío, lo
enviará al desierto" (Lv 16,21-26; 2 Cro 29,23). También se ofrecía un
novillo por los pecados de los sacerdotes, Núm 8,12: “Los levitas impondrán sus manos sobre las cabezas de los novillos: uno
será ofrecido al Señor como sacrificio por el pecado, y el otro como
holocausto, a fin de practicar el rito de expiación en favor de los levitas.”
Signo de condenación
Lev 24,14: “Saca el blasfemo fuera del campamento; que todos los que lo oyeron,
pongan las manos sobre su cabeza, y que toda la comunidad lo mate a pedradas.”
Para Consagrar A Un Líder
Otras veces el gesto quiere indicar la consagración
para una tarea, la designación de una persona para una misión. Moisés, por
ejemplo, y por encargo de Yahvé, eligió a Josué como sucesor suyo, y
delante de todo el pueblo "le
impuso su mano" y le transmitió las órdenes divinas, para que
condujera a su pueblo con autoridad (Núm 27,15-23). Por eso se podrá decir
después: "Josué estaba lleno del
espíritu de sabiduría, porque Moisés le había impuesto las manos" (Deut
34,9; Josué 1,16-17; Núm 8,10; 27,23).
El gesto simbólico significa, pues, según las
circunstancias, la invocación de los dones divinos sobre una persona, su
designación y consagración para una tarea oficial, la elección y
consagración de una ofrenda sacrificial, la comunicación de poderes y
fuerzas...
Para Bendecir
Jacob (Israel) impartió una bendición profética
final a sus nietos, Efraím y Manases, por oración y la imposición de las manos.
Así Jacob bendice a sus nietos Efraím y Manasés, los hijos de José, "extendiendo su diestra y poniéndola
sobre la cabeza de Efraím, y su izquierda sobre la de Manasés",
mientras pronunciaba las palabras de bendición: "Dios... bendiga a
estos muchachos, y multiplíquense y crezcan en medio de la tierra" (Génesis
48,14). También Aarón, en su calidad de sacerdote, "alzando las
manos hacia el pueblo, le bendijo" (Lev 9,22).
LA IMPOSICIÓN DE MANOS EN EL N.T.
En el N.T. la acción de imponer sobre la cabeza de
uno las manos tiene también significados distintos, según el contexto en
el que se sitúe.
Signo de Bendición
Ante todo puede ser la bendición que uno transmite
a otro, invocando sobre él, en último término, la benevolencia de Dios.
Así Cristo Jesús imponía las manos sobre los niños, orando por ellos (Mt
19,13-15) En los textos paralelos se dice que la gente le presentaba los
niños "para que los
tocara", y él "abrazaba a
los niños y los bendecía imponiendo las manos sobre ellos" (Mc
10,13-16): La imposición era, pues, también contacto fisco. La despedida
de Jesús, en su Ascensión, se expresa también con el mismo gesto: "alzando sus manos, los bendijo"
(Lc 24,50).
Para Sanar Enfermos
Es una expresión que muy frecuentemente va unida a
la idea y a la realidad de una curación. Jairo pide a Jesús: "mi hija está a punto de morir;
ven, impón tus manos sobre ella, para que se cure y viva" (Mc 5,23).
Le presentan al sordomudo de la Decápolis "y
le ruegan que imponga sus manos sobre él" (Mc 7,32), y asimismo
al ciego de Betsaida: "le
impuso las manos y le preguntó... después le volvió a poner las manos en
los ojos y comenzó a ver perfectamente" (Mc 8,23-25). Era el
gesto más repetido en las curaciones: "todos
cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban, y poniendo
él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba" (Lc 4,40). No
es de extrañar que la expresividad del signo se prolongue en el encargo que
Jesús hace a sus discípulos: "los
que crean... impondrán las manos sobre los enfermos y se
pondrán bien" (Mc 16,18). Pablo, que fue curado precisamente por
la imposición de manos por parte de Ananías (Hch 9,12-17), curará a su vez
al padre de Publio: "entró a
verle, hizo oración, le impuso las manos y curó" (Hch 28,8-9).
Así, Jesús cuando sano muchos enfermos utilizo el
signo de la imposición de las manos. Era normal que los ancianos ungieran a un
enfermo con aceite, impusieran sus manos y oraran por su sanación (Mc 6,5; Lc
13,13; St 5,14-16).
Para Transmitir La Paz
Jesús puso su mano encima de Juan y dijo, "no
tengas miedo," (Ap 1,17).
Para Pedir el Bautismo en El Espíritu Santo
Creyentes y sus líderes igual practicaban la
imposición de manos para comunicar el bautismo en el Espíritu Santo. (Hch
8,14-24; 9,10-17; 19,6). El Espíritu de Dios se da a una persona o a una
comunidad íntima y misteriosamente. Pero por lo general hay un signo
exterior que expresa esta donación, y a la vez la mediación eclesial. Es
el caso de los bautizados de Samaria, que reciben la visita de los
apóstoles Pedro y Juan para completar su iniciación cristiana: "les impusieron las manos
y recibieron el Espíritu Santo" (Hch 8,17). Lo mismo sucedió con
los discípulos de Efeso,
"habiéndoles Pablo impuesto las manos, vino sobre ellos el Espíritu
Santo y se pusieron a hablar en lenguas y a profetizar" (Hch
19,6).
Para Conferir Dones Espirituales
Hubo varios casos en que los dones y carismas de
Dios fueron transmitidos por el Espíritu Santo por medio de la imposición de
manos. 1 Timoteo 4,14: "no descuides
el don que hay en ti, que se te comunicó por intervención profética
mediante la imposición de las manos del colegio de presbíteros" (cfr.
2 Tim 1,6; Romanos 1,11).
Para Enviar Misioneros
En Hechos 13,1-4 Pablo y Bernabé son apartados a la
obra misionera por la imposición de las manos, así recibieron una unción
especial para llevar a cabo ese trabajo. El gesto es expresivo: "después de haber ayunado y orado,
les impusieron las manos y les enviaron" (Hch 13,3).
Para Ordenar Ministros y Servidores En La Iglesia
Los apóstoles escogen y ordenan a siete diáconos de
la Iglesia en Hechos 6,1-6, para que se separaran a cumplir con una encomienda
de trabajo para que los apóstoles pudieran dedicarse a la Oración y la
Predicación de la Palabra, "hicieron
oración y les impusieron las manos".
También aquí es polivalente el gesto simbólico,
pero siempre expresivo de una transmisión de algo oculto: una bendición,
el don del Espíritu, la fuerza divina para una misión, la curación
espiritual y corporal...
Así puede terminar su estudio sobre la imposición
de las manos un autor como Coppens, en 1925, con estas palabras: "la imposición de manos es un
antiquísimo rito de bendición y consagración que expresa la toma de
posesión por Dios de una persona o de una cosa, y por la que queda llena
del Espíritu Santo".
Con el tiempo, el uso y la importancia que se le
dio, era lógico que la imposición de las manos empezara a formar parte
importante dentro de la celebración de los sacramentos, iniciando este uso
sacramental exclusivo del clero, como una tendencia de exclusividad general.
LA IMPOSICIÓN DE MANOS EN NUESTROS SACRAMENTOS
Actualmente y principalmente debido a la
Constitución Litúrgica Sacrosanctum
Concilium del Concilio Vaticano II, todos los Sacramentos han incorporado,
con mayor o menor centralidad, la imposición de manos en su lenguaje
simbólico, lo cual, a la vista de su sentido bíblico, no es de
extrañar. Como dice la monición del gesto en el Rito de la Confirmación: "la imposición de manos es uno
de los gestos que aparecen habitualmente en la historia de la salvación y
en la liturgia para indicar la transmisión de un poder o de una fuerza o
de unos derechos".
· Bautismo: En el Bautismo, la imposición de manos puede sustituir a la
primera unción, la que está señalada para antes del bautizo. Las palabras
que la ilustran son claras: "Os
fortalezca el poder de Cristo Salvador".
· Confirmación: El Ritual de la Confirmación le da más relieve a pesar de que, por
decisión de Pablo VI, el rito sacramental propiamente dicho es la unción,
sin embargo "la imposición de las
manos, aunque no pertenece a la validez del sacramento, tiene gran
importancia para la integridad del rito y para una más plena comprensión
del sacramento" (n. 9). "Por
la imposición de las manos sobre los confirmandos hecha por el Obispo y
por los sacerdotes concelebrantes, se actualiza el gesto bíblico, con el
que se invoca el don del Espíritu Santo de un modo muy acomodado a la comprensión
del pueblo cristiano" (n. 9). La oración con la que el
Obispo acompaña la imposición de las manos le da este significado: "Dios todopoderoso... escucha nuestra
oración y envía sobre ellos el Espíritu Santo, llénalos de espíritu de
sabiduría..."
· Eucaristía: Hay dos momentos en la celebración de la Eucaristía en que el
gesto simbólico tiene particular énfasis. Ante todo, cuando el
presidente, en la Plegaria Eucarística, invoca por primera vez al Espíritu
(epíclesis), extendiendo sus manos sobre el pan y el vino: "santifica estos dones con la efusión
de tu Espíritu, de manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Nuestro
Señor Jesucristo". La segunda invocación del Espíritu, hacia el
final de la misma Plegaria, esta vez sobre la comunidad, aunque es
evidente su paralelismo con la primera, no suele acompañarse del clásico
gesto. Sí, en cambio, en la bendición final cuando se quiere hacer con
más solemnidad. La triple invocación de bienes sobre la asamblea queda
así muy bien subrayada por una imposición de manos hacia ella.
· Reconciliación: Ha sido una novedad el que también se recuperara para el
sacramento de la Penitencia la imposición de manos. En vez de hacer
sólo la señal de la cruz sobre el penitente, ahora el sacerdote pronuncia
las palabras del perdón, "yo te
absuelvo..." con la imposición de las manos. Y esto no sólo en la
forma “C”, cuando la absolución es colectiva, sino también en la “A” y en
la “B”, cuando se absuelve a cada penitente en particular: "extendiendo ambas manos, o al menos la
derecha, sobre la cabeza del penitente". Es un gesto muy
expresivo de la reconciliación que el ministro de la Iglesia,
personificando a Cristo, concede al penitente.
· Unción de
los Enfermos: El que el sacramento de la Unción de enfermos
también incluya la imposición de manos es consecuente con todo lo que
hemos visto en el N.T. La curación de los enfermos se acompañaba, tanto por
parte de Cristo como de los apóstoles, de la oración y de la imposición de
manos. Cuando el sacerdote, después de las letanías de invocación, impone
la mano sobre la cabeza del enfermo, está en realidad prolongando
y visibilizando la fuerza salvadora de Cristo sobre un cristiano que
necesita en estos momentos de modo particular su apoyo y su gracia.
· Orden
Sacerdotal: Tal vez el sacramento en que más énfasis tiene la
imposición de las manos es el del Orden. El Obispo las impone sobre
la cabeza de cada uno de los que van a recibir el presbiterado. Luego,
todavía con las manos extendidas hacia todos ellos, pronuncia la oración
consecratoria: "Te pedimos...
que concedas a estos tus siervos la dignidad del presbiterado, infunde en
su interior el Espíritu Santo...". Es una clarísima acción
simbólica de la transmisión de la gracia y de la misión ministerial en la
Iglesia, razón por la cual muchos sacerdotes son muy celosos de este gesto.
· Matrimonio: También el Matrimonio conoce la imposición de las manos. Después
del Padrenuestro, el sacerdote extiende sobre los novios sus manos y dice
su oración: "extiende tu mano
protectora sobre estos hijos tuyos... cólmales de tus bendiciones"
(fórmula 2), "descienda, Señor, sobre ellos tu abundante
bendición" (fórmula 3).
Ahora si después de haber estudiado el tema
contesto la pregunta…
Bien, contesto: No existe norma alguna en la
Iglesia que impida tácitamente a cualquier laico imponer las manos (entendiendo
que laico todo fiel de la Iglesia católica que no es clérigo según la
definición del canon 207 numeral 1 del Código de Derecho Canónico), ni en el
Titulo II del Libro II, del Código de Derecho Canónico que trata “De las Obligaciones y Derechos de los
Fieles Laicos” y que corresponde a los canones 224-231; ni en la
constitución ni en ningún otro ordenamiento eclesiástico existe esta
prohibición, sin embargo es un hecho que los sacerdotes y laicos comprometidos
de algunos lugares lo prohíban, por las
siguientes razones:
a) La mayoría de
los líderes, coordinadores o servidores de algunos movimientos que prohíben a
los demás servidores laicos el imponer las manos sobre sus hermanos obedece a
que lo han escuchado comentar de sus sacerdotes o incluso han recibido órdenes
explicitas de cancelar esa práctica. Hace tiempo
cuando surgió la Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo que
popularizo esta práctica entre los laicos, se temía por las implicancias
posteriores que le podían producir a la persona que lo hacía, como que el mal
se le iba a pasar al que impusiese las manos, pero esto era más por
superstición que por cautela pastoral o también, que sólo era un gesto propio
de los obispos y sacerdotes, esta creencia por ignorancia de las Sagradas
Escrituras y de los diversos significados que ya mencione, o porque se
sospechaba que después de este gesto podía generarse una relación equivocada
con la persona que solicitaba este acto, esta observación es cierta sin embargo
casi nunca se imponen manos entre los laicos por solicitud, sino dentro de
oraciones especificas y en línea con ellas, y se ha procurado desde entonces
capacitar a los que intercederán por los hermanos imponiendo las manos sobre
ellos (Esta capacitación es en extremo necesaria, ya que sin ella seria imponer
manos sin sentido y en ese caso perdería el signo su significado y se volvería
inservible e innecesario) o porque se asustaban de los efectos a veces
desconcertantes que esto producía en los creyentes (miedo que siempre resulto
absurdo) y también porque más de uno imponía manos en donde no debía (por poner
a cualquier persona a imponer manos solo por imponerlas y para que se vea más
impactante alguna oración imitando las practicas protestantes)...etc
b)
La mayoría de los sacerdotes que prohíben la
imposición de las manos por parte de los laicos es por ignorancia, ya que
vinculan esta expresión de fe de los laicos con el signo litúrgico de la
imposición de las manos, que es semejante pero no igual y que el hecho de que
lleve el mismo nombre solo hace referencia al gesto como tal y a su forma, mas no
al significado del gesto, explico: Litúrgicamente, dentro de la celebración de un sacramento la imposición de las manos
está reservada sólo para los sacerdotes; y aunque el canon 230 numeral 3, del
Código de Derecho Canónico, permite al laico, únicamente cuando haya una
necesidad y no existan ministros, el ejercitar el ministerio de la Palabra,
presidir las oraciones litúrgicas, administrar el bautismo y dar la sagrada
comunión; dentro de estas permisiones jamás está la de imponer las manos en las
celebraciones litúrgicas. Un seglar no puede imponer las manos cuando se está
recibiendo un sacramento. Por eso en
estas permisiones mencionadas el laico solo pone las manos juntas durante la
celebración pero nunca las impone, aun así la experiencia de participar en la
liturgia siendo laicos es verdaderamente hermosa.
Lo que sucede es que todo por dejar de usar se
olvida…
Estas y parecidas objeciones tenían su fundamento y su aspecto positivo
también, pero se debía al abandono o al vacío entorno de este gesto y se
parecía a cuando uno deja, (por ejemplo), mucho tiempo sin usar una máquina, y
que al quererla poner nuevamente en movimiento, uno no recuerda muchos detalles
para hacerla funcionar o directamente no marcha por el desuso, entonces uno al
hacerla funcionar como mejor le parece, comete errores, olvidos e imprecisiones
y así sucedió con la imposición de las manos: se dejó de usar en forma normal y
constante en la Iglesia por mucho tiempo, reduciéndose en la totalidad de las
veces a cuando se administraban algunos de los santos sacramentos,
especialmente en la ordenación sacerdotal, donde el gesto es muy claro y
solemne; después del Concilio Vaticano II se insertó en la bendición final de
la Santa Misa y en el Sacramento de la Confesión, en la Confirmación y en algún
otro momento de la liturgia pero en forma, muchas veces, optativa por parte del
sacerdote, pero del resto no se decía nada, dejándolo a la deriva y tal vez
esperando que se cometiera algún error, para inmediatamente corregir o
prohibir, que fue lo más común pero nunca se dijo nada de la forma que
cualquier cristiano podía usarlo y dejando así en la penumbra un gesto tan
bíblico y usado por la cristiandad desde los mismos orígenes de la Iglesia.
Diferencia entre la Imposición de
las Manos por parte del Sacerdote y la que realiza el Laico
Imponer las manos sobre la cabeza de una persona por parte de un
sacerdote, significa entonces transmitir la gracia de Dios y el Don del
Espíritu Santo para una misión determinada. En cambio, Imponer las manos sobre
la cabeza de una persona por parte de un laico, significa entonces invocar la
gracia de Dios sobre el que la necesita y está dispuesto a recibirla e invocar
también el Don del Espíritu Santo para su vida. Creer que son dos acciones
iguales y por esta razón prohibirlas es tan ilógico como querer equiparar un
exorcismo a una oración de liberación que son completamente diferentes, ya que
en el exorcismo el exorcista ordena al demonio gracias a la potestad que ha
adquirido de la Iglesia el abandonar a una persona y en la oración de
liberación los que la realizan piden a Cristo con toda su fe que libere a la
persona atormentada por el Diablo. Como se ve hay una diferencia entre
TRANSMITIR e INVOCAR, la imposición de las manos de un presbítero TRANSMITE CON
LA AUTORIDAD DE LA IGLESIA las gracias sacramentales, cosa que no puede hacer
un laico porque no es un ministro ordenado por la Santa Madre Iglesia, mientras
que la de un laico INVOCA y PIDE, CON TODA SU FE la invasión de la gracia en
persona determinada. Queda bastante claro.
Ahora bien, lo
mismo que no toda agua es agua bendita, ni todo pan es la Eucaristía, así
tampoco debemos considerar como sacramento, o con grado de sacramento todo
gesto de imposición de manos, y esto implica dos cosas, una para quien lo da, y
otra para quien lo recibe.
El laico que
hace ese gesto debe hacerlo sin pretensión alguna, con sencillez e
informalidad, sin darle el carácter de un exorcismo o de una unción o de
cualquier otro sacramento. El estilo debería ser de énfasis en la cercanía, la
solidaridad y el deseo de apoyar y proteger. Debe evitarse el estilo de
"ordenar" (como en las ordenaciones que hacen los obispos) y tampoco
es bueno acostumbrarse a hacer oraciones inusuales que supongan un
"poder" de la persona que impone manos (dejemos esas fantasías y
divagaciones que buscan la sugestión en la gente al ambiente protestante y no
imitemos nada de ello). Me refiero a casos como oraciones en lenguas que
generen desconfianza o distracción en los participantes o querer interpretar
estas lenguas inventando un significado, o aquellos casos en que se transmiten
visiones para la persona a la que se le imponen las manos, o querer dictar una
profecía de parte de Dios para ella, en fin, cosas así.
La persona que
recibe una oración siéntase ante todo acompañada, apoyada por un hermano o
hermana, y ponga su esperanza en la oración de la Iglesia entera y en la piedad
de Dios, sin darle demasiado protagonismo a tal o cual hermano o hermana. De
preferencia que no se sepa quien impuso las manos para evitar toda tentación de
protagonismo.
Estupendo binomio: la
mano y la palabra. Unas manos extendidas hacia una persona o una cosa, y
unas palabras que oran o declaran de parte de Dios. Las manos elevadas
apuntando al don divino, y a la vez mantenidas sobre esta persona o cosa,
expresando la aplicación o atribución del mismo don divino a estas criaturas.
La mano poderosa de Dios que bendice, que consagra, que inviste de
autoridad, es representada sacramentalmente por la mano de un ministro de la Iglesia,
extendida con humildad y confianza sobre las personas o los elementos
materiales que Dios quiere santificar. En
cambio, un laico puede imponer las manos como señal de deseo de bendición de
Dios para otra persona, por ejemplo cuando se está orando en grupo,
preparaciones a las celebraciones comunitarias del perdón, pero no cuando se
está administrando un sacramento.
La imposición
de manos por parte de los laicos es un Signo de oración que no está prohibido
por la Iglesia. Es como juntar las manos o levantarlas, un simple gesto, solo
que las personas deben de estar claras que este gesto de Oración NO IMPARTE
GRACIA como el que hacen los Sacerdotes en los Sacramentos, pero que si es señal
de deseo de bendición de Dios para otra persona, por ejemplo cuando se está
orando en grupo, preparaciones a las celebraciones comunitarias del perdón, durante
una oración de sanación interior, durante la oración de Efusión del Espíritu
Santo."
Es necesario
dejar muy claro que cuando un laico impone las manos en oración, no tiene nada
que ver con la imposición de manos litúrgica que por supuesto le esta prohibida.
¿Qué sucede cuando un Laico
impone sus manos en una Oración con toda su Fe?
Gesto plástico, intuitivo, el de la imposición de
manos. Fácil de comprender en el contexto de un encuentro con Cristo en
Oración, siempre acompañado de una oración espontanea que brota del corazón,
pero que tiene objetivos bien claros: La invocación del poder de Dios para
Sanar toda enfermedad, dolencia, herida del pasado, trauma mental o aflicción
diversa; o pedir al Padre Eterno que por medio de los meritos de su Hijo Amado
nos envié la promesa del Padre que actualice las gracias y dones recibidos en el
Bautismo y en la Confirmación a través de una Efusión del Espíritu Santo.
Estupendo binomio: la mano y la palabra. Unas manos
extendidas hacia una persona o una cosa, y unas palabras que oran o
declaran. Las manos elevadas, apuntando al don divino, y a la vez
mantenidas sobre una persona o una cosa, expresando la aplicación y
atribución del mismo don divino a estas criaturas. Optimo lenguaje
simbólico para significar la eficacia de la acción de Dios en medio de la
Oración confiada, sincera y espontanea.
Por una parte, la imposición de manos nos educa
para reconocer que en todo momento dependemos de la fuerza de Dios, que
invocamos humildemente. Es la iniciativa de Dios, sus dones continuos, la
fuerza de su Espíritu Santo, lo que nos recuerda este gesto. Y a la
vez, porque lo está realizando un hombre, normalmente un servidor de Dios,
un ministro de la Palabra, un Predicador Laico de la Iglesia, un Coordinador,
un Intercesor y en los casos más afortunados un sacerdote; nos hace darnos
cuenta también de que los dones de Dios nos vienen en y por medio de la Iglesia,
pero de toda la Iglesia y no solo de la Jerarquía: nos educa a apreciar
la mediación eclesial, su intercesión maternal. La Iglesia es siempre el
"lugar donde florece el Espíritu", la esfera en que nos alcanza
su acción vivificadora.
En el sacramento la imposición de las manos es
signo de la mano poderosa de Dios que bendice, que consagra, que inviste
de autoridad, es representada sacramentalmente por la mano de un
ministro de la Iglesia, extendida con autoridad y confianza sobre las
personas o los elementos materiales que Dios quiere santificar. En
cambio la imposición de las manos por parte de un laico es signo de que ha sido
bautizado como sacerdote, profeta y rey, y ejerce esta triple facultad del
Espíritu Santo, siendo consciente de que el Espíritu de Dios mora en él como en
un templo (1 Cor 3,16), este acompañamiento singular de Dios no está reservado
solo a los sacerdotes, seria un absurdo pensar en ello, sino que en las manos
extendidas con humildad y fe del laico, se denota el sentido maduro de
pertenencia a Cristo y de entrega total a su misión de salvar, de la mano de la
del Espíritu Santo de sanar y santificar al mundo entero; cuando un laico
impone sus manos con toda su fe, se convierte en canal de gracia de Dios por
voluntad propia, y cuando realiza este gesto simbólico, debería sentir toda
la densidad del momento: él se convierte en instrumento vivo de la
transmisión misteriosa de la salvación de Dios sobre ese sobre ese pecador
arrepentido, sobre los enfermos, sobre los que están oprimidos por el maligno,
sobre los que tienen heridas graves en el corazón, sobre los que quieren
consagrarse completamente a Dios, todo esto no lo digo como teorico sino como
testigo de esta gran manifestación del poder de Dios en medio de su pueblo, yo
mismo he sido instrumento de Dios para consagrar e interceder por tantos y
tantos hermanos que imploran a Cristo la sanación de su corazón y esperan con
fe la invasión del Espíritu Santo en su corazón. Sin embargo no es
parámetro para la recepción de ninguna gracia que Dios da el que se tengan
forzosamente que imponer las manos, de otra manera seria limitar la labor del
espíritu o circunscribirla al puro ámbito de nuestras limitaciones físicas de
llegar a toda la gente. Y cuando los fieles ven cómo un laico realiza esta
acción tan gráfica, deberían también alegrarse y sentirse interpelados,
porque esa acción les está asegurando que está siempre viva la cercanía
de Dios y que sigue actuando sobre nosotros en todo momento el Espíritu Santo,
"Señor y dador de vida", que está rompiendo cadenas de pecado, esta
santificando, está consumiendo con el fuego de su amor a toda la tierra y está
dando vida y vida en abundancia a quien se la pide.
¿Puede sanarse la persona sin que haya la imposición de manos?.
Por supuesto que sí, la sanación no es un acto mágico, ni la
imposición de manos es un ritual de hechicería, la sanación es una obra
eminentísima de Dios que no depende de limites humanos, la imposición de manos
es más un gesto de amor, nunca es una condición. El que ora por la curación de
otro simplemente está allí, cerca o lejos del enfermo, como
"instrumento", no tiene forzosamente que tocarlo, pues el poder de
sanación no es suyo: es de Dios. Y, como "instrumento", está abierto
y atenido a la voluntad de Dios, a lo que Dios desee hacer: sea sanar o no
sanar. Y si hay sanación, es Dios quien sanó, nunca la persona, ni la
"energía" de la persona o que esta tenga un “carisma” especial que lo
haga poderoso. En el Carisma no hay técnica, no tiene que haber contacto,
simplemente hay que dejar actuar a Dios y esperar Su voluntad.”
Sacerdotes, en
vez de prohibir… ¡Enseñen!
Con todo la imposición de las manos es en nuestros días una
“ZONA LIBERADA” que en términos de policiales, quiere decir que se deja una
zona “SIN VIGILANCIA”, o sea: “SIN CONSTRUIR LA TORRE DE VIGILANCIA EN MEDIO DE
LA VIÑA” y dejar así que suceda lo que suceda, (esto haciendo referencia a una
parábola de Jesús). Insisto una vez más: dejamos a la pública rapiña, estos
santos y gloriosos gestos de amor y de solidaridad para con las personas, ellas
en la mayoría de los casos, atormentadas por dentro, sin paz ni consuelo por el
problema que llevan a cuestas, vienen buscando, con ese gesto sencillo, silencioso
y ungido por el amor y la fe en la acción vigorosa del Espíritu Santo, el
alivio o la sanación y que en más de una ocasión, obtienen verdaderos milagros!
Si tenemos paciencia, e investigamos el tema nos encontraremos con detalles
increíbles al respecto, tanto del buen uso bíblico como del mal y engañoso uso,
cosa que hacen ciertos grupos y organizaciones que no tienen nada que ver con
la enseñanza de la Sagrada Biblia y de la Iglesia, sin embargo, ellos los usan
a su antojo y nosotros ponemos el fácil comodín de la condena o de la crítica o
de la burla ¿y lo que dejó Jesús? Lo dejamos sin usar, que es lo mismo que
despreciar, “...dejamos la viña sin torre de vigilancia...
Laico… No Descuides el Don de Dios que hay en Ti
Mi última recomendación para los laicos que oran
por la sanación interior, la consagración de un hermano, la paz en su vida, la
solución a sus problemas, la intervención de Dios en su vida, la invasión del
Espíritu Santo o la liberación del yugo del pecado en otro es que valoren mucho
el Don de Ser Hijos de Dios en el Único Hijo Jesucristo. Pablo escribe a
Timoteo en 1 Timoteo 4,14: "no descuides
el don que hay en ti, que se te comunicó por intervención profética
mediante la imposición de las manos del colegio de presbíteros". Den
la importancia al Don depositado en Ustedes para orar por los demás, que es
promesa de Dios que todo lo que pidamos en Nombre de Cristo, El nos lo
concederá (Jn 14,13) y valoremos también los gestos y con más razón la
imposición de las manos.
Recordemos que recomienda Pablo al
mismo Timoteo en 1ª Timoteo 5,22: “No
te apresures a imponer las manos a nadie, y no te hagas cómplice de pecados
ajenos. Consérvate puro”.
Nos da a entender que la imposición de
las manos, se había convertido en un acto cotidiano y por costumbre, había
perdido su sentido profundo y era realizado libremente y por cualquier persona.
Y más aun, se realizaba sabiendo que la persona no estaba preparada para el Don
de Dios y quizá vivía una vida de pecado a la que no quería renunciar. La
imposición de las manos no es milagrosa y mucho menos mágica, depende, pues, de
la voluntad de Dios y de la disposición del creyente, que éste reciba un don u
otro. Por supuesto, que las personas que imponen las manos, tienen que ser
personas muy consagradas y entregadas a Dios, y de preferencia deben conocer
bien a aquel, a quien van a realizar tal acto (1ª Timoteo 3,1-13; Tito 1,5-16).
No tomemos a la imposición de las manos en la oración como algo sin
importancia, ya que Jesús mismo practico este signo de tan profundo sentido.
Tampoco las impongamos si no creemos, si no queremos o si vivimos en terrible
pecado mortal y ya nos acostumbramos tanto a este que nos hemos vuelto hipócritas
y lo ocultamos, en vez de pelear por sacarlo de nuestra vida. Seamos buenos instrumentos
de Dios.
El problema con la imposición de las
manos no se trata tanto de tener autorización de nuestros dirigentes o no para realizarla,
sino de tener consagración, preparación, de vivir de la Palabra, y de demostrar
con nuestra conducta que de verdad reflejamos a Cristo y su voluntad en
nuestras vidas, pues de lo contrario no daremos buen testimonio de Dios y si
nosotros mismos no estamos convertidos, para que pensar siquiera en imponer
manos.
Ahora
bien, si estamos en lucha contra el pecado y permanecemos en la gracia
procurando confesarnos habitualmente, Jesús en
el evangelio de San Marcos capitulo 16, versículos 17 y 18 dice: “Y estos prodigios acompañarán a los que
crean: en mi Nombre… impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán”. Existe un don en nuestro interior que
desborda todo nuestro ser y es más grande que todo lo que conozcamos, es el Don
del Espíritu Santo, si en verdad creemos con una fe que es entrega de toda la
vida y no solo de lo que nos sobra, si ejercitamos este fe sobrenatural que es
don de Dios, podremos ver milagros. Creamos en que Dios actúa en medio de
nuestras necesidades, impongamos las manos con respeto y amor por nuestros
hermanos enfermos y pidamos a Dios que los sane.
Atrevámonos a confiar plenamente en
Cristo, estas señales aun se dan hoy en día, pero solo son reservadas para los
que crean con todo su corazón, con toda su alma y con toda su mente. Solo con
estos requisitos se debería imponer las manos. No busquemos sensacionalismo
sino la voluntad de Dios, no busquemos milagros externos sino primero la curación
interna, y debemos evitar la rutina y el hacer los
gestos mecánicamente, sin expresividad. Pero, si hacemos bien esos gestos,
las manos nos ayudan a expresar ese encuentro misterioso con
Dios. No deberíamos sentir vergüenza de manifestar exteriormente nuestras actitudes de fe: por ejemplo, cuando nos invitan a decir el Padrenuestro con las manos elevadas. Todo será poco para que nuestra oración sea consciente y alimentadora de nuestra fe.
Dios. No deberíamos sentir vergüenza de manifestar exteriormente nuestras actitudes de fe: por ejemplo, cuando nos invitan a decir el Padrenuestro con las manos elevadas. Todo será poco para que nuestra oración sea consciente y alimentadora de nuestra fe.
excelente informacion, que Dios me los bendiga constantemente, sigan publicando este tipo de informacion, que son vitales para formacion teologica
ResponderEliminarmuy hermosa esta presentacion y esplicacion sobre la imposicion de las manos. Dios les siga bendiciendo
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