miércoles, 13 de febrero de 2013



PREGUNTA:

¿Por qué esperamos la Pascua durante 40 días,  qué significado tiene para nosotros?

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El sentido Bíblico de la Cuaresma

La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta Bíblico. En la Biblia, el número cuatro simboliza el universo material, seguido de ceros significa el tiempo de nuestra vida en la tierra, seguido de pruebas y dificultades. Numerosos ejemplos de pasajes bíblicos mencionaran el número cuarenta como un tiempo especial y adecuado para algo:

   a)   Duración del Diluvio Universal.- Génesis 7,17: “El Diluvio se precipitó sobre la tierra durante cuarenta días. A medida que las aguas iban creciendo, llevaban el arca hacia arriba, y esta se elevó por encima de la tierra.”

b)   Tiempo de espera para salir del Arca.- Génesis 8,6. “Sucedió que al cabo de cuarenta días abrió Noé la ventana del arca que había hecho”.

c)    Tiempo de Espera por la Liberación.- En la Biblia Jacob tiene doce hijos que se convertirán en los padres de las doce tribus de Israel. Uno de esos hijos, José llamado “el soñador”,  es vendido como esclavo por sus hermanos porque le tenían envidia y es comprado por un oficial de la corte Egipcia, donde tras interpretar los sueños del Faraón predice siete años de escases en Egipto y las tierras aledañas; por lo que el Faraón lo nombre jefe de todo Egipto únicamente por debajo él. Al llegar los escases a Canaán el pueblo de Israel se salva gracias a José quien invita a Jacob y al pueblo a vivir en Egipto y comer de los granos de trigo almacenados ahí. Pero después de la muerte de José el pueblo Egipcio esclaviza al pueblo de Israel  durante 400 años del 1650 al 1250 a.C.; el pueblo de Israel fue esclavo de Egipto esperando la manifestación del poder de Dios y la libertad hasta la llegada de Moisés en el 1250 a.C. quien será el instrumento de la liberación de Dios.

d)   Duración y significado del Éxodo.- Deuteronomio 8,2: “Acuérdate del largo camino que el Señor, tu Dios, te hizo recorrer por el desierto durante esos cuarenta años. Allí él te afligió y te puso a prueba, para conocer el fondo de tu corazón y ver si eres capaz y no de guardar sus mandamientos. Te afligió y te hizo sentir hambre, pero te dio a comer el maná, ese alimento que ni tú ni tus padres conocían, para enseñarte que el hombre no vive solamente de pan, sino de todo lo que sale de la boca del Señor.”

e)   Ayuno de Moisés en el monte Sinaí.- Éxodo 34,28: “Moisés estuvo allí con el Señor cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber. Y escribió sobre las tablas las palabras de la alianza, es decir, los diez Mandamientos.

f)     Duración de la Exploración de la tierra de Canaán.- Números 13,25: “Y volvieron de reconocer la tierra al fin de cuarenta días.”

g)   Tiempo de purificación por la infidelidad.- Números 14,33-34: “Mientras tanto, sus hijos andarán vagando por el desierto durante cuarenta años, sufriendo por las prostituciones de ustedes, hasta que el último cadáver quede tendido en el desierto. Ustedes cargarán con su culpa durante cuarenta años, por los cuarenta días que emplearon en explorar la tierra: a razón de un año por cada día. Entonces conocerán lo que significa rebelarse contra mí.”

h)   Preparación dolorosa para la llegada de Sansón a salvar a Israel.- Jueces 13,1. “Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Dios; y el Señor los entregó en mano de los filisteos por cuarenta años.”

i)     Tiempo de Conversión predicado por el profeta Jonás.- Jonás 3,4-6.  “Jonás comenzó a internarse en la ciudad y caminó durante todo un día, proclamando: «Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida». Los ninivitas creyeron en Dios, decretaron un ayuno y se vistieron con ropa de penitencia, desde el más grande hasta el más pequeño. Cuando la noticia llegó al rey de Nínive, este se levantó de su trono, se quitó su vestidura real, se vistió con ropa de penitencia y se sentó sobre ceniza.”

j)     Los cuarenta días de Elías en la montaña como preparación para su encuentro con Dios.- 1 Re 19,8: “Elías se levantó, comió y bebió, y fortalecido por ese alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta la montaña de Dios, el Horeb.”

k)    Tiempo de amenaza de Goliat al pueblo de Israel.- 1 Samuel 17,16: “Venía, pues, aquel filisteo (Goliat) por la mañana y por la tarde, y así lo hizo durante cuarenta días.”

l)     Tiempo de Reinado de David sobre Israel.- 2 Samuel 5,4. “Era David de treinta años cuando comenzó a reinar, y reinó cuarenta años.”

m) Tiempo de Reinado de Salomón sobre Israel.- 1 Reyes 11,42: “Los días que Salomón reinó en Jerusalén sobre todo Israel fueron cuarenta años.”

Así encontramos como el numero cuarenta es usado en la biblia para designar el tiempo adecuado para algo…, como el tiempo de Dios, una espera de preparación para el encuentro con Dios, la liberación de la esclavitud, la purificación del corazón, tiempo de prueba, tiempo de transición entre la muerte de nuestro mundo y la recepción del nuevo mundo que Dios nos da, tiempo de ayuno para un acontecimiento muy importante, tiempo de espera para un libertador, tiempo de majestad de Dios, tiempo del hombre.

Principalmente el ejemplo de Moisés, Elías y Cristo debe haber constituido una gran influencia al fijar el tiempo de cuarenta días (Cfr. número 540 del Catecismo de la Iglesia Católica).

El sentido Cristológico de la Cuaresma

También en el ambiente cristiano la cuaresma surge como símbolo de tres acontecimientos característicos de la misión Salvífica de Jesús, entenderlos nos llevara a comprender mejor la cuaresma:

a) Los cuarenta días de ayuno que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública.-

Mateo 4,2: “Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.” Esta es la cuaresma de Jesús, en que durante cuarenta días sufrió en el desierto. Este acontecimiento es de vital importancia si queremos entender al maestro ya que no es una mera cuestión humana la decisión de ir al desierto sino que fue llevado por el Espíritu de Dios al desierto para ser tentado por el Diablo.

En las tentaciones de Jesús encontramos las tentaciones que Satanás dirige al hombre actual. Tres son las tentaciones que el maligno dirige al hombre para su perdición:

El Placer.- “Y el tentador, acercándose, le dijo: «Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes». Jesús le respondió: «Está escrito: "El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios"». (Mt 4,3-4)

Todos nosotros somos tentados por Satanás quien nos lleva a sentir y a experimentar todos los placeres y a quedarnos en ellos. ¿Cuánto de lo que realizamos en nuestra vida lo hacemos solo por placer? ¿Cuántas parejas hemos tenido que no amamos sino solo las utilizamos para nuestro placer propio? ¿Cuántos lujos, excesos y derroches son producto en nuestra vida de solo querer experimentar lo placentero? Drogas, Alcohol, Cigarro, Lujos, Viajes, Comidas, Sexo, etc. El mundo es una radiografía de la profunda necesidad del hombre de solo sentir y de adorar lo sensible despreciando lo espiritual.

En nuestros días la pornografía, la masturbación, el sexo desenfrenado, el aborto, las desviaciones sexuales y en general todos los pecados derivados del sexo son la tentación más fuerte de la humanidad.

El Poder.- “Luego el demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo, diciéndole: «Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: "Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra"». Jesús le respondió: «También está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios"». (Mt 4,5-7).

Cuantos hombres también hoy caen en la tentación del poder desmedido y buscan en las ambiciones políticas, en el subir de puesto en el ámbito profesional y en los puestos en Iglesia el poder que pervierte al hombre y lo denigra de su condición de semejanza con Dios. Andamos tan preocupados por el poder temporal que hasta en las elecciones nos separamos y peleamos entre cristianos por estar tan idiotizados por esta tentación.

En la familia también la mayoría de discusiones tienen un trasfondo de búsqueda desmedida de poder y de siempre tener la razón sobre mi pareja.

El Poseer.- “El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor, y le dijo: «Te daré todo esto, si te postras para adorarme». Jesús le respondió: «Retírate, Satanás, porque está escrito: "Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto"». (Mt 4, 8-9)

Esta es la tentación más común y con más derivaciones ya que estamos tan tendientes a buscar lo material y a aferrarnos a nuestros bienes materiales que hacemos todo lo posible en nuestra vida para tener un buen trabajo, ganar más dinero, comprar ropa, artículos de lujo y en general productos que en nada nos sirven pero nos introducen en un mundo de sueños donde creemos que un hombre vale por cómo se viste, por el coche que tiene, por la casa donde vive y por el dinero que gana. Es la triste realidad de nuestro mundo. Queremos tener mucho y mientras más tenemos más queremos.

b) El transcurso de Jesús de la muerte a la Vida.-

 Aunque también es posible que se reflexionara en el hecho de que Cristo duró cuarenta horas en la tumba. De acuerdo a Mateo, Jesús estuvo en la tumba tres días y tres noches: Mateo 12,40: “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.” Pero Jesús estuvo muerto menos de tres días y tres noches de acuerdo a los evangelistas. Mateo 28,1 dice: “Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro.” A su vez Marcos 16,2 dice: “Y muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol.” Lucas 24,1 por su parte menciona: “El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas.” Y Juan 20,1 comenta: “El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro.”

Lo cual quiere decir que al amanecer del Domingo que es el primer día de la semana, dice Marcos y Lucas que era muy de mañana, de acuerdo a Juan era todavía oscuro y Marcos dice que ya había salido el sol, en todo caso hablamos de que la resurrección de Cristo ocurrió en el día domingo a una hora en el transcurso entre la madrugada aun oscura y la salida del sol.

Recordemos que la forma como los Judíos cuentan el día es de atardecer a atardecer (De 6:00 de la tarde a 6:00 de la tarde del día siguiente). Jesús estuvo en la cruz de la hora sexta o sea las 12 del día hasta la hora nona que son las 3 de la tarde (Cfr. Mt 27,45-50; Mc 15,33-37; Lc 23,44-46). Lo cual quiere decir que murió a las 3 de la tarde del viernes judío faltando tres horas para las seis de la tarde en que acabara el día. Esas tres horas más las 24 horas del día sábado judío que van de las 6pm de nuestro día viernes a las 6pm de nuestro día Sábado suman 27 horas. Ahora bien de las 6pm de nuestro día sábado a las 6 o 7 de la mañana que era el amanecer del primer día de la semana judía (Domingo) tuvieron que pasar doce o trece horas. Y siendo que 27 más 13 nos dan un total de 40 horas, podemos pensar que Jesús resucito a las 7 de la mañana al salir el sol y que por eso los discípulos habrán venerado ese tiempo de espera en que estaba muerto el maestro y experimentaron todo tipo de sufrimientos hasta que llego el día de gozo en que el Señor resucito de entre los muertos.

De tal manera que Jesús murió el viernes judío y resucito el primer día de la semana judía el domingo, siendo estos tres días judíos.

Este transcurso de la muerte a la vida es para el cristiano el más grande símbolo de conversión. Dios nos llama en la cuaresma de nuestra vida (todos los días de ella) a abandonar el pecado renunciando a Satanás y a todas sus obras para pasar del castigo que merecíamos por nuestros pecados (Rom 6,23) a la vida en abundancia que Dios nos tiene reservada al tener a Cristo como centro de nuestra vida (Jn 10,10).

c) El tiempo que duraron las apariciones de Jesús Resucitado.-

Hechos 1,3. “Después de su Pasión, Jesús se manifestó a ellos dándoles numerosas pruebas de que vivía, y durante cuarenta días se le apareció y les habló del Reino de Dios.”

Este tiempo significa el tiempo de cumplimiento de las promesas del Señor en que el cristiano debe acoger con su fe que Jesús es la verdadera vida y ha vencido a la muerte. Por eso puede y quiere darnos vida y vida en abundancia, solo falta que queramos recibirla.

Inicio y Fin del tiempo Cuaresmal

La Cuaresma dura 40 días; comienza el miércoles de Ceniza y termina el Domingo de Ramos, día que se inicia la Semana Santa. A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios.

El miércoles de Ceniza


En los primeros años de la Iglesia como ya mencionamos la duración de la Cuaresma variaba. Comenzaba seis semanas antes del domingo de Pascua. Por tanto, un domingo llamado, precisamente, domingo de cuadragésima.

En los siglos VI-VII cobró gran importancia el ayuno como práctica cuaresmal, presentándose un inconveniente: desde los orígenes nunca se ayunó en domingo por ser día de fiesta, la celebración del Día del Señor. ¿Cómo hacer entonces para respetar el domingo y, a la vez, tener cuarenta días efectivos de ayuno durante la cuaresma? Para resolver este asunto, en el siglo VII, se agregaron cuatro días más a la cuaresma, antes del primer domingo, estableciendo los cuarenta días de ayuno, para imitar el ayuno de Cristo en el desierto. (Si uno cuenta los días que van del Miércoles de Ceniza al Sábado Santo y le resta los seis domingos, le dará exactamente cuarenta).

Así la Iglesia empezó la costumbre de iniciar la Cuaresma con el miércoles de Ceniza, costumbre muy arraigada y querida por el pueblo cristiano.

El miércoles de Ceniza en la Iglesia Católica es el primer día de la Cuaresma, cuarenta días antes de la Pascua. En este día se inicia un tiempo espiritual particularmente importante para todo cristiano que quiera prepararse dignamente para vivir el Misterio Pascual, es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús.

También en los primeros siglos de la Iglesia en Roma, existía la práctica de que los “penitentes” (grupo de pecadores que querían recibir la reconciliación al final de la Cuaresma, a las puertas de la Pascua), comenzaran su penitencia pública el primer día de la Cuaresma. Ellos eran salpicados de cenizas, vestidos en sayal y obligados a mantenerse lejos hasta que se reconciliaran con la Iglesia el Jueves Santo o el jueves antes de la Pascua.

Estas prácticas cayeron en desuso (del siglo VIII al X). Entonces, en el siglo XI, desaparecida ya la institución de los penitentes como grupo, viendo que el símbolo de la imposición de la ceniza al iniciar la Cuaresma era bueno, se empezó a realizar este rito para todos los cristianos, de modo que toda la comunidad se reconocía pecadora, dispuesta a emprender el camino de la conversión cuaresmal.

Por algún tiempo la imposición de la ceniza se realizaba al principio de la celebración litúrgica o independientemente de ella. En la última reforma litúrgica se reorganizó el rito de la imposición de la ceniza con el objetivo de que sea un símbolo más expresivo y pedagógico para los fieles, pasándose a realizar después de las lecturas bíblicas y de la homilía, las cuales nos ayudan a entender el profundo significado de lo que estamos viviendo. La Palabra de Dios, en ese día, nos invita a la conversión. El deseo de convertirnos y volver al Señor es lo que da contenido y sentido al gesto de las cenizas.

Las cenizas usadas para la cruz que recibimos en la frente son obtenidas al quemar las palmas usadas en el Domingo de Ramos del año anterior.

Este tiempo del Año Litúrgico, la Cuaresma, se caracteriza por el llamado a la conversión. Si escuchamos con atención la Palabra de Dios durante este tiempo, descubriremos la voz del Señor que nos llama a la conversión.

Por eso es elocuente empezar este tiempo con el rito austero de la imposición de ceniza, el cual, acompañado de las palabras “Convertíos y creed en el Evangelio” y de la expresión “Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás”, nos invita a todos a reflexionar acerca del deber de la conversión, recordándonos la fragilidad de nuestra vida aquí en la tierra.

Significado simbólico de la Ceniza

La ceniza, del latín “cinis”, es producto de la combustión de algo por el fuego. Por extensión, pues, representa la conciencia de la nada, de la muerte, de la caducidad del ser humano, y en sentido trasladado, de humildad y penitencia.

Ya podemos apreciar esta simbología en los comienzos de la historia de la Salvación cuando leemos en el libro del Génesis que “Dios formó al hombre con polvo de la tierra” (Gen 2,7). Eso es lo que significa el nombre de “Adán”. Y se le recuerda enseguida que ése es precisamente su fin: “hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho” (Gn 3,19). En Gén 18, 27 Abraham dirá: “en verdad soy polvo y ceniza. En Jonás 3,6 sirve, por ejemplo, para describir la conversión de los habitantes de Nínive. La ceniza significa también el sufrimiento, el luto, el arrepentimiento. En Job (Jb 42,6) es explícitamente signo de dolor y de penitencia. De aquí se desprendió la costumbre, por largo tiempo conservada en los monasterios, de extender a los moribundos en el suelo recubierto con ceniza dispuesta en forma de cruz.

El gesto simbólico de la imposición de ceniza en la frente, se hace como respuesta a la Palabra de Dios que nos invita a la conversión, como inicio y entrada al ayuno cuaresmal y a la marcha de preparación para la Pascua. La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo.

Por eso cuando nos acerquemos a recibir las cenizas, meditemos muy bien en nuestro corazón las palabras que pronunciará el celebrante al imponérnoslas en forma de Cruz: “Arrepiéntete y cree en el Evangelio” (Mc 1,15) y “Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver” (Gn 3,19). Para que de verdad sea un signo y unas palabras que nos lleven a descubrir nuestra caducidad, nuestro deseo y necesidad de conversión y aceptación del Evangelio, y el deseo de recibir la novedad de vida que Cristo cada año quiere comunicarnos en la Pascua.


Extracto de mi Libro: La Cuaresma, Tiempo de ReflexiónConversión y Reconciliación para Preparar la Pascua del Señor
Victor Hugo Mena Hernandez

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