PREGUNTA:
¿QUE ES UNA VISITA PASTORAL?
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En la Visita Pastoral, el Buen Pastor (Jn 10,10)
visita a las ovejas de una comunidad parroquial a través del Obispo, su representante
en la Diócesis. De este modo, Jesús, enviado por el Padre, sigue conociendo,
amando, alimentando y defendiendo a las ovejas del rebaño de su Padre, por las cuales
ha dado la vida.
La Visita Pastoral está integrada dentro del proceso diocesano
de pastoral, y para la parroquia es momento fuerte de evangelización, dentro de
la Misión permanente, con el proceso sinodal y la elaboración del Plan
diocesano de pastoral y el Sínodo de los Obispos para América sobre la Nueva
Evangelización..
En general, la ejecución de la visita se hace en un
espíritu de flexibilidad y libertad. Es importante, porque en la parroquia
aterriza todo lo proyectado: es su nivel de ejecución. Por «comunidad
parroquial» entendemos una parroquia o una cuasiparroquia.
La Visita Pastoral quiere resaltar como su nombre lo
indica sobre todo lo pastoral, por encima de lo meramente canónico. Se pretende
que sea momento de salvación, no de preocupación. Su estructura es más
informal, sin sobrecargar de trabajo.
El Obispo se acompaña de los organismos diocesanos
para una vinculación a la parroquia, y la presencia de encargados decanales.
Buscan ayudar a la comunidad a integrar sus equipos y redondear unos programas
realistas y posibles. Detectan el funcionamiento de los Equipos o Comisiones
parroquiales y ver cuáles acciones se deben impulsar.
II. Objetivos de la Visita Pastoral.
La Visita Pastoral el Obispo Diocesano a las
Parroquias persigue los siguientes objetivos:
1. Entablar un contacto más directo con la realidad
parroquial. Determinar las urgencias prioritarias a atender. Concretar y complementar
una Encuesta socio pastoral. Preparar el Plan diocesano de Pastoral.
2. Tener cercanía a los agentes de pastoral, para
motivarlos, escucharlos, consolarlos y orientarlos. Renovar su espíritu
misionero, reanimar sus energías, uniéndolos en una mística de comunión y participación.
3. Renovar y revitalizar la vida cristiana y el
apostolado en la comunidad, asegurando continuidad en los procesos.
4. Revisar la eficacia de las estructuras e
instrumentos de evangelización. Afianzar el proceso de pastoral, la
sectorización y los equipos de servicio.
5. Establecer vinculación entre los organismos
diocesanos y la parroquia. Asesorar los equipos de servicio o comisiones
pastorales de la parroquia, por parte de las Comisiones diocesanas y demás
organismos de servicio pastoral diocesano.
III. El Significado de la Visita Pastoral
El Obispo diocesano debe ejercer su oficio de pastor y
testigo de Cristo sobre los sacerdotes, religiosos y fieles laicos a él
confiados. Por eso realiza visitas pastorales en su diócesis, con toda la
autoridad que le confiere la plenitud del Orden, para conocer a la comunidad
diocesana y para dirigir y coordinar todo el trabajo pastoral (Christus Dominus
11-19).
La Visita Pastoral en nuestra Diócesis pretende ser un
tiempo fuerte de Evangelización; un especial encuentro del Pastor con la comunidad
en su pluralidad territorial y sectorial; una ocasión para impulsar, revisar y
motivar el trabajo pastoral de la comunidad de acuerdo al proceso pastoral diocesano;
además, un signo de la comunión dentro de la pluralidad de la Iglesia.
a) Un
tiempo fuerte de Evangelización.
La Iglesia «nace de la acción evangelizadora de Jesús
y de sus Doce (EN 15). Jesús cumple este envío a través de su ministerio. El
ministerio es continuado por los Apóstoles (Hch 2,41ss) y sus sucesores. Hasta
el día de hoy y hasta la consumación de los siglos, la Iglesia ha tenido esta
sublime tarea. La Iglesia es enviada a ser presencia de Cristo, pero no de otra
manera, sino continuando su misión y su condición de evangelizador (Evangelii Nuntiandi
15).
Hay que contemplar en la vida y crecimiento de las
comunidades primitivas en la Iglesia, el gran valor del ministerio de los
Apóstoles. San Pablo los pone siempre en primer lugar en la lista de las
funciones al servicio de la comunidad (1 Cor 12, 28-31). El nombre de
«Apóstoles» es funcional, deriva del verbo «Apostellein» = Enviar. Las
comunidades deben recibirlos como al Señor
(Ga 4,14). Dios reúne a su pueblo y lo alimenta con su Palabra, que
destina a todos los hombres. Por eso el servicio de la Palabra es el primer
objetivo de la misión del ministerio del Señor (1 Cor 1,17). Para su ministro
la responsabilidad primera y fundamental es la doctrinal (Ef 4, 11; 1 Tim 3,2;
4,6- 13; Hch 20,28-32). Entre la gran riqueza de servicios que van floreciendo
en las primitivas comunidades, el servicio de la Palabra ocupa el primer lugar
(1 Cor 12,8; 1 Pe 4, 11; Heb 13, 7).
Visto esto, la Visita Pastoral es una gran oportunidad
que tiene el Obispo, en unión con otras personas, para estimular el
cumplimiento de este deber de evangelizar. Evangelizar de manera intensiva,
pero no aislada del Plan Diocesano, sobre la Iglesia -en general- y más en
particular, sobre el Obispo y la Visita Pastoral.
La realidad ya descubierta dentro del caminar de la
Pastoral diocesana, hay que iluminarla con un anuncio claro sobre la Iglesia
como Pueblo de Dios, que ayudará a que la mayoría de los miembros de la parroquia
sean conscientes de su pertenencia a la comunidad como cristianos. Un pueblo
con diversas funciones y con orden, sin anarquía, dando condiciones para que
todos puedan crecer como hijos de Dios.
La realidad también habría que iluminarla con un
anuncio sobre la Iglesia como Comunión de personas. Una invitación a sentirse
una sola cosa en la parroquia y en la Diócesis, recalcando la obra del Espíritu
Santo, que es el que realiza esta comunión entre nosotros. Convencerse cada vez
más de que el único Evangelio de Jesucristo sólo puede ser acogido en la unidad
(Documento Puebla 638).
Cristo no puede estar dividido (1 Cor 1,13). Es
imposible que el mundo crea en Jesucristo si entre los discípulos no existe la
comunión fraterna (Jn 17,23). La Iglesia como Sacramento de Comunión, está abierta
para servir comunitariamente al mundo; una Iglesia que se hace corresponsable
con diversos servicios, estructuras y funciones.
La Visita Pastoral es una oportunidad de presentar la figura
del Obispo como fuente y centro de unidad diocesana y de la edificación de la
Iglesia en la Diócesis.
El Obispo, como ministro de Cristo y sucesor de los
Apóstoles, en comunión con los demás Obispos y el Papa, con la participación
responsable y ordenada de todo el Pueblo de Dios, debe guiar a la
Iglesia Diócesana como pastor, maestro y pontífice.
Con la Visita Pastoral se presenta el Obispo en modo
concreto como principio y fundamento de unidad en su Iglesia Particular (Lumen Gentium
23; Documento Puebla 687-689).
b)
Encuentro del Pastor con la Comunidad.
"... La Visita Pastoral, auténtico tiempo de
gracia y momento especial, más aún, único, para el encuentro y diálogo del
Obispo con sus fieles" (Pastores Gregis, 46).
La Visita Pastoral del Obispo es un tiempo de gracia
para una comunidad cristiana porque es como una visita de Cristo, Buen Pastor,
enviado por el Padre, a través de su representante pleno en la Diócesis a todas
las ovejas de su rebaño, Jesús, Buen Pastor
(Jn 10,10) que conoce, ama, alimenta y defiende a las
ovejas del rebaño de su Padre, dando por ellas la vida.
El Obispo es sucesor directo de los Apóstoles, recibió
la plenitud del ministerio sacerdotal, enlaza la Iglesia particular con la
Iglesia apostólica y la Iglesia universal, y tiene una misión en su Iglesia particular
y en la Iglesia universal. «El Orden de los Obispos sucede en el magisterio y
en el régimen pastoral al Colegio de los Apóstoles; más aún, en él perdura sin
interrupción el cuerpo apostólico. Pues los Obispos, como sucesores de los
Apóstoles, reciben del Señor, a quien se le ha dado todo poder en el cielo y en
la tierra, la misión de enseñar a todos los pueblos y de predicar el Evangelio
a todo el mundo para que todos los hombres, por la fe, el Bautismo y el
cumplimiento de los mandamientos, consigan la salvación; el Colegio Episcopal,
reunido bajo una sola Cabeza, el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, expresa la
unidad, variedad y universalidad de la grey de Cristo» (Ritual de Ordenación,
n. 12).
«A su vez, cada uno de los Obispos, puestos al frente
de las Iglesias particulares, ejercen su gobierno pastoral sobre la porción del
pueblo de Dios que se les ha confiado, son el principio y fundamento visible de
la unidad en esas Iglesias particulares, conformadas a imagen de la Iglesia universal,
pues en ella y por ellas existe la Iglesia católica» (Ritual de Ordenacion, n.13).
El Obispo es «profeta, testigo y servidor de la esperanza
(1 Pe 3,15), sobre todo donde es más fuerte la presión de una cultura
inmanentista que margina toda apertura a la trascendencia. Donde falta la
esperanza, la fe misma es cuestionada. Incluso el amor se debilita cuando la
esperanza se apaga. Esta, en efecto, es un poderoso sustento para la fe y un
incentivo eficaz para la caridad, especialmente en tiempos de creciente
incredulidad e indiferencia. La esperanza toma su fuerza de la certeza de la
voluntad salvadora universal de Dios (1 Tim 2,3) y de la presencia constante
del Señor Jesús, el Emmanuel, siempre con nosotros hasta el fin del mundo (Mt
28,20)… « (Cfr. Pastores Gregis n. 3). Proclamamos la esperanza que no
defrauda, y elevamos a Dios una oración para que nuestro Obispo, en su Visita
Pastoral sea en verdad «centinela atento, profeta audaz, testigo creíble y fiel
servidor de Cristo “esperanza de la gloria” (Col 1,27)» (Pastores Gregis 3).
La Visita del Obispo a las parroquias es, sobre todo,
el encuentro del Obispo con las personas, es decir: con el clero y los laicos.
Y tomando en cuenta que los laicos son mayoría, el Obispo se esforzará por
tener contacto con ellos, aunque no sean cristianos practicantes, para poder
extender a todos su solicitud de pastor del modo más justo y eficaz.
La frecuencia y duración de la visita debe ser de acuerdo
con las necesidades pastorales de cada lugar. Pero siempre se ha de luchar para
que sean visitas profundas, con toda calma, con las personas que han
participado en el estudio de la realidad. Igualmente se ha de ofrecer el tiempo
necesario para conversar con aquellos laicos que lo pidan, sobre asuntos que
tocan a la vida espiritual de los mismos y al bien de la parroquia. Los laicos
tienen el derecho de recibir con abundancia, de los sagrados pastores, los
auxilios de los bienes espirituales de la Iglesia, en particular la Palabra de
Dios y los Sacramentos.
En la Visita Pastoral los laicos pueden manifestar sus
necesidades y deseos con aquella libertad y confianza que convienen a los hijos
de Dios y hermanos en Cristo. Conforme a la ciencia, la competencia y al
prestigio que poseen, tienen la facultad, más aún, a veces el deber, de exponer
su parecido acerca de los asuntos concernientes al bien de la Iglesia (Lumen Gentium
37).
La Visita Pastoral se manifiesta como una «búsqueda de
la almas necesitadas de saberse amadas con generosidad y guiadas con seguridad»
(Pablo VI, Discurso en el Laterano, al iniciar la Visita Pastoral de la
Diócesis en Roma, 9 abril 1967). Los pastores de la Iglesia, siguiendo el
ejemplo del Señor, pónganse al servicio los unos de los otros y de los restantes
fieles; éstos a su vez asocien gozosamente su trabajo al de los pastores y
maestros (Lumen Gentium 32).
c)
Revisión y motivación de trabajos pastorales.
El Obispo considera deber suyo no solo estimular,
alentar y aumentar las fuerzas que trabajan en la Diócesis, sino también
coordinarlas entre sí, salvados siempre la libertad y los derechos legítimos de
los fieles; así se evitan dispersiones dañosas, multiplicaciones inútiles,
discordias deletéreas (Directorio para el ministerio pastoral de los Obispos,
27).
La Visita Pastoral ofrece al Obispo una ocasión feliz
para estimular a todos los agentes de pastoral; para darse cuenta personalmente
de las dificultades de la evangelización y de los trabajos apostólicos dentro
del Plan Pastoral de la Diócesis; para revisar y revalorizar el programa de
pastoral parroquial y diocesana; para reavivar las energías tal vez
disminuidas.
La Visita Pastoral ofrece al Obispo una ayuda muy
valiosa para que cumpla cada día mejor su «responsabilidad de discernir los carismas
y fomentar los ministerios indispensables para que la Iglesia Diocesana crezca
hacia la madurez como comunidad evangelizadora, de tal manera que sea luz y fermento
de unidad y liberación integral, apta para el intercambio con las demás
Iglesias Particulares... (Documento Puebla, 647).
Servirá mucho también que los clérigos y demás agentes
de pastoral de la parroquia tomen conciencia que la Visita Pastoral no debe
tomarse como una «auditoría» o como una «fiscalización», sino que es un medio
importantísimo para su formación como pastores. Por eso se ha de procurar que
en cada Decanato y parroquia haya participación directa y activa tanto en la
preparación remota y próxima, como en la realización de la visita.
Puede suceder que la Visita Pastoral sea un medio que
ayude a algunos sacerdotes a superar el aislamiento y la frustración, porque en
un plan de conjunto su labor les permite experimentar que su tarea les
incorpora a toda la Diócesis. Que su ministerio individual es parte importante
dentro del ministerio comunitario diocesano.
d) Un
signo de la comunión eclesial
Cada parroquia forma parte de esa red de comunidades
eclesiales que constituyen la Iglesia de Cristo en todo el mundo, organizado en
Iglesias particulares. Podríamos hacer cierta analogía con el significado de la
Visita «ad limina apostolorum». Dice la Constitución apostólica «Pastor Bonus» de
Juan Pablo II en el Anexo I: «Son realización visible de ese movimiento o
circulación entre Iglesia universal e Iglesias particulares, que teológicamente
se puede definir como una cierta “pericóresis”, o bien se puede comparar con el
movimiento de diástole-sístole, por el que la sangre fluye del corazón hacia
las extremidades del cuerpo y de estas vuelve al corazón» (n 2). «Se encuentran
dos personas, cada uno con su responsabilidad inderogable, pero no como
personas aisladas, pues cada uno representa a su modo el “nosotros” de la
Iglesia, el “nosotros” de los fieles, el “nosotros” de los obispos, que en
cierto sentido constituye en único “nosotros” del Cuerpo de Cristo. En su
comunión se comunican los fieles entre sí, y del mismo modo se comunican a la
Iglesia universal y a la Iglesias particulares» (n. 3).
«Se realiza un particular y maravilloso “intercambio”
entre lo que en la Iglesia es particular, o sea, local, y lo que es universal,
según el principio de catolicidad; pues en virtud de esta, “cada una de las
partes colabora con sus dones propios a las restantes partes y con toda la
Iglesia, de tal modo que el todo y cada una de las partes aumentan a causa de
todos los que mutuamente se comunican y tienden a la plenitud en la unidad (Lumen
Gentium 13)… Tienen como finalidad no sólo una información mutua, sino también
el crecimiento y la consolidación de una estructura colegial del
cuerpo-organismo de la Iglesia, que constituye una particular unidad en la
diversidad.
El movimiento de esta comunicación eclesial es doble.
Por una parte está la convergencia hacia el centro y fundamento visible de la
unidad que, en el compromiso y en la responsabilidad personal de cada obispo y
con el afecto de espíritu colegial, se expresa en sus agrupaciones y
conferencias. Por otra parte está el oficio “concedido personalmente a Pedro” (Lumen
Gentium, 20) en servicio de la comunión eclesial y de la expansión misionera,
con el fin de que no se deje de probar nada con la intención de promover y
guardar la unidad de la fe y la disciplina común con toda la Iglesia, y se reavive
la conciencia de que la preocupación por anunciar el Evangelio en todas partes
pertenece principalmente al cuerpo de los Pastores» (n 5).
En el caso de la Visita Pastoral, se trata del encuentro
entre el Obispo, enlace de esa comunidad con los Apóstoles y con la Iglesia
universal, y el párroco y equipo de sacerdotes responsables de una porción de
esa Iglesia particular.
La Exhortación apostólica «Pastores gregis» en el n.
57 repite y precisa los mismos datos, con muchas referencias patrísticas. Añade
la comparación de la visita con la «savia vital que viene de Cristo y une todas
las partes como la savia de la vid llega a todos los sarmientos (Jn 15,5). Esto
se pone de manifiesto sobre todo en la Celebración Eucarística: cada Eucaristía
se celebra en comunión con el propio Obispo, con el Romano Pontífice, y con el
Colegio episcopal y, a través de ellos, con los fieles de cada Iglesia
particular y de toda la Iglesia, de modo que la Iglesia universal está presente
en la particular y ésta se inserta, junto con las demás Iglesias particulares,
en la comunión de la Iglesia universal».
IV. Fundamento de la Visita Pastoral en la Revelación
Escriturística: El Señor nos ha visitado primero.
Es necesario para comprender el fundamento
escriturístico de la Visita Pastoral traer a la mente aquellas palabras de la
oración del Benedictus pronunciada
por Zacarías padre de Juan el
Bautista en el Evangelio cuando estaba lleno del Espíritu Santo: "Bendito el Señor Dios de Israel porque ha
visitado y redimido a su pueblo"
(Lc. 1,68). He aquí el gran acontecimiento: Dios no nos ha abandonado, sino que
nos ha dado a su Hijo Jesucristo que, con su Muerte y Resurrección, nos ha
librado de la muerte y del pecado. Esta es la radical y original visita desde
donde arranca el significado de toda visita pastoral como tarea apostólica y
evento de gracia para las comunidades e instituciones que la reciben. Así, el
Obispo con su grey pone su mirada en el "supremo
Pastor" (1 Pe 5,4) y guardián de nuestras
almas (1 Pe 2,25), Cristo el Señor que ha visitado a su pueblo con la paz. Por
eso, la visita pastoral es el momento en el que se patentiza de manera más evidente
la comunión eclesial, y el Obispo "ejerce más cerca de
su pueblo el ministerio de la
palabra, la santificación y la guía pastoral, en contacto directo con las angustias y las preocupaciones, las alegrías y las expectativas
de la gente, con la posibilidad de exhortar a todos a la
esperanza".
Es el momento oportuno de dar prioridad a las personas,
comenzando por los sacerdotes y teniendo contacto directo con los más necesitados
de cada feligresía.
Somos conscientes de que en la visita pastoral los
aspectos pastorales y espirituales tienen que primar sobre las cuestiones meramente
administrativas, pero no olvidemos lo que nos dice el Señor Jesús, que "aquel
que es fiel en lo poco también lo será en lo mucho" (Lc 16,10). De aquí que el Obispo, como
"vigilante de la fe", no es un burócrata o alto funcionario de una
macro empresa, sino que ha de ser reconocido por los fieles como "el
que viene en nombre del
Señor" para pregonar el Evangelio. Sin
embargo, eso no invalida que "la visita le permita, además,
examinar la eficacia de las estructuras
y de los instrumentos destinados
al servicio pastoral, dándose
cuenta de las circunstancias y dificultades del trabajo evangelizador, para
poder determinar mejor las prioridades
y los medios de la pastoral
orgánica"
V. Naturaleza de la Visita Pastoral.
La visita pastoral no es una inspección como las que
tienen lugar en algunos ámbitos de la vida social y laboral, aunque uno de los
significados etimológicos de la palabra griega "epíscopos" sea precisamente el de vigilante, inspector o
superintendente, entendiendo esta potestad en ámbitos de la fe.
No obstante, a lo largo de los siglos de la Iglesia
esta palabra se ha visto enriquecida en su estilo y ejecución. Después del Vaticano
II hay todo un replanteamiento que mira más a los orígenes del ministerio
apostólico, siguiendo el modelo de las primitivas iglesias cuando eran
visitadas por los apóstoles y sus sucesores (cf. Hech. 8,14-15; 11,22-24; 18,23,
etc.).
Teniendo en cuenta estos orígenes, la visita pastoral
contribuye así a proyectar sobre las parroquias y los grupos eclesiales los
rasgos propios de aquellas comunidades, cuyo distintivo era la perseverancia en
la doctrina de los apóstoles, en la fracción del pan, en la comunión y en la
oración (cf. Hech. 2,42; 4,33-35). Por lo tanto, la visita pastoral, siendo una
acción apostólica, debe estar animada
por la caridad pastoral, y expresa la misión episcopal como principio y
fundamento visible de la unidad en la Iglesia particular.
De aquí que el Código de Derecho Canónico recuerde que:
"el Obispo tiene la obligación de
visitar la diócesis cada año total o parcialmente, de modo que al menos cada cinco
años visite
la diócesis entera, personalmente o, si se encuentra legítimamente impedido, por medio del Obispo
coadjutor, o
del auxiliar,
o del Vicario General o episcopal, o de otro sacerdote" (canon 396,1); y que "Están
sujetos a la visita episcopal ordinaria
las personas, instituciones
católicas, cosas y lugares sagrados
que se encuentran dentro de la
diócesis" (c. 397,1; 199,7; 259,2; 305,61;
396-398; 535 ,4; 628,2 y 3;1301,2).
VI. Actitudes que
requiere la Visita Pastoral.
La visita pastoral requiere una adecuada preparación
por parte de los sacerdotes y fieles. El mismo Obispo deberá disponerse adecuadamente
preparándose con anticipación sobre la situación socio-religiosa de las comunidades
a visitar. Para todo ello, búsquense los medios más necesarios para animar
pastoral y espiritualmente a nuestras comunidades.
Es muy importante que tanto la preparación como la celebración
de la misma se muevan dentro de la espiritualidad de comunión que el Papa Juan Pablo II de feliz memoria ha propuesto
para toda la Iglesia en la Carta Apostólica Novo
Millenio Ineunte (nº. 43 al 45):
"antes de programar iniciativas concretas, hace
falta promover una espiritualidad de comunión, proponiéndola como principio
educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano, las
personas consagradas y los agentes pastorales, donde se construyen las familias
y las comunidades" (nº 43).
Pensamos que la visita pastoral debe desarrollarse
dentro de un clima de sencillez y cercanía, de bondad y afabilidad, de prudencia
y caridad. Todos hemos de guiarnos por
las actitudes de Cristo, Buen Pastor, que no vino a ser servido sino a servir (Mt
20, 28). La Visita Pastoral debe verse como un servicio de ayuda por parte del
Obispo a todos los que trabajan apostólicamente en cada uno de los lugares de
la diócesis. En su realización, se tendrá presente lo que marca el Directorio
para el Ministerio Pastoral de los
Obispos (Roma 2004, nº 221) y las posibilidades
de tiempo y lugar. Para ello, será muy importante que se prepare la visita por
parte del párroco y la comunidad parroquial, sirviéndose de la guía que para
este momento se ha confeccionado. Resalto la importancia del encuentro personal
del obispo con el párroco.
La visita pastoral debe ser expresión también de la fraternidad sacramental que
une al Obispo con los presbíteros y
diáconos, y a todos éstos entre sí, dentro del ámbito de nuestra Iglesia diocesana. En la visita pastoral se nos
ofrece
una buena ocasión para
intensificar nuestras relaciones en base
"a una confianza
sincera, una amistad cordial, un
verdadero
esfuerzo de armonía y una
convergencia ideal y programática que
no quita nada a una inteligente capacidad de iniciativa personal y empuje pastoral" (Congregación para
el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Roma 1994, nº
24). Por este motivo, la evaluación de la marcha pastoral de cada parroquia debe hacerse dentro de este
espíritu de comunión y de corresponsabilidad, y con la mirada
puesta en el mejor servicio a la diócesis.
El momento más importante de la visita pastoral y el
que define las actitudes básicas con las que se ha de desarrollar, lo
constituye la celebración de la Eucaristía, "fuente
y culmen de
toda la vida cristiana" (LG, 11; SC
10), y centro y principal manifestación de la Iglesia local (cf. LG 26; SC
41-42; PO 5).
Ese momento cumbre de la visita pastoral expresa la
unidad del cuerpo de Cristo. Por eso nos recuerda Juan Pablo II en la encíclica
Ecclesia de Eucharistia:
"mediante la comunión del cuerpo de Cristo, la
Iglesia alcanza cada vez más profundamente su ser en Cristo como sacramento o
signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el
género humano...La Eucaristía, construyendo la Iglesia, crea precisamente por
ello comunidad entre los hombres" (n. 24).
Actitudes del Obispo durante la visita. (Congregación
para los Obispos, Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos, Vaticano
2004, n. 223)
Durante la
visita, como en cada uno de los actos del ejercicio de su ministerio, el Obispo
se comportará con sencillez y amabilidad, dando ejemplo de piedad, caridad y pobreza:
virtudes que, junto a la prudencia, distinguen al Pastor de la Iglesia. El
Obispo considere la visita pastoral como quasi anima episcopalis regiminis, una
expansión de su presencia espiritual entre sus fieles. (n. 686).
Teniendo como
modelo a Jesús, el Buen Pastor, El obispo debe presentarse a los fieles no “con
ostentación de elocuencia” (1 Cor 2,1), ni con demostraciones de eficientismo,
sino revestido de humildad, bondad, interés por las personas, capaz de escuchar
y hacerse entender.
Durante la
visita, el Obispo debe preocuparse de no gravar la parroquia o los parroquianos
con gastos superfluos.(n. 687) Esto no impide, sin embargo, las sencillas manifestaciones
festivas, que son la natural consecuencia de la alegría cristiana y expresiones
de afecto y veneración por el Pastor.
VII. La Visita
Pastoral en los Documentos de la Iglesia.
La «Visita Pastoral» engloba en sí lo pastoral, lo
administrativo y lo económico. Presento por lo tanto, lo que dice el Código de
Derecho canónico (1983), ley que nos rige en la Iglesia. Luego, extractos de
las indicaciones del Ceremonial de los Obispos (1984). Un párrafo de la
Exhortación apostólica post sinodal de Juan Pablo II «Pastores Gregis» sobre el
ministerio y la vida de los Obispos (2004). Y el desarrollo de la Visita Pastoral
tal como es descrito en el Directorio para el ministerio de los Obispos
«Apostolorum Sucessores» (2006).
a) Código
de Derecho Canónico:
«El Obispo tiene la obligación de visitar la Diócesis
cada año total o parcialmente de modo que al menos cada cinco años visite la
Diócesis entera, personalmente o, si se encuentra legítimamente impedido, por
medio del Obispo Coadjutor, o del Auxiliar, o del Vicario General o Episcopal,
o de otro Presbítero» (CIC 396,1).
«Puede elegir el Obispo a los clérigos que desee, para
que lo acompañen y ayuden a la visita, quedando reprobado cualquier privilegio
o costumbre en contra» (CIC 396,2)
El c. 397 indica lo que está sometido a la Visita Pastoral:
las personas, instituciones católicas, objetos y lugares, en la medida que caen
bajo la potestad de régimen. En el comentario se enumeran las asociaciones de
fieles (c 305); las escuelas católicas (c 803-805); iglesias, oratorios y otras
obras de piedad o de caridad, aunque están dirigidas por religiosos (c 693).
Por lo que se refiere a casas de religiosos: «El Obispo
diocesano tiene el derecho y el deber de visitar, también por lo que se refiere
a la vida religiosa:
1º Los monasterios autónomos de los que se trata en el
c. 615.
2º Todas las casas de un instituto de derecho diocesano
que se encuentren dentro de su territorio». «Sólo en los casos determinados por
el derecho puede el Obispo hacer la visita a los miembros de los institutos
religiosos de derecho pontificio y sus casas» (c. 397,2).
«Procure el Obispo realizar la visita canónica con la
debida diligencia; y cuide de no ser molesto y oneroso para nadie con gastos
innecesarios» (c. 398).
b) Ceremonial
de los Obispos:
«Al cumplir el Obispo su ministerio de visitar las
parroquias o comunidades locales de su diócesis, no aparezca como quien ejecuta
una tarea puramente administrativa, sino que sea reconocido con claridad por
los fieles como el pregonero del Evangelio, maestro, pastor y gran sacerdote de
su grey» (Ceremonial de los Obispos, 1177).
«Para que esto se obtenga más eficazmente, en cuanto
sea posible, hágase la visita del Obispo en aquellos días en que los fieles
puedan asistir en mayor número. Los fieles, además deben ser preparados por los
presbíteros con la debida anticipación mediante una adecuada catequesis.
La visita debe ser suficientemente prolongada para que
el Obispo pueda discernir, promover, fomentar y dirigir una acción mancomunada
del apostolado de los presbíteros, de los laicos y las obras de caridad, y
también pueda presidir las celebraciones litúrgicas» (Ceremonial de los Obispos,
1178).
Y señala el ceremonial litúrgico a observar en la
recepción y durante la Visita» Exhortación apostólica post-sinodal «Pastores
Gregis»: «Precisamente en esta perspectiva resalta la importancia de la visita pastoral,
auténtico tiempo de gracia y momento especial, más aún, único, para el
encuentro y diálogo del Obispo con sus fieles. El beato obispo Bartolomeu dos
Mártires, en su obra clásica Stimulus Pastorum, muy estimada también por san Carlos
Borromeo, define la visita pastoral como “casi el alma del gobierno episcopal”,
(Nótese la importancia) y la describe elocuentemente como una expansión de la
presencia espiritual del Obispo entre sus fieles.
«En su visita pastoral a la parroquia, dejando a otros
delegados el examen de las cuestiones de tipo administrativo, el Obispo ha de
dar prioridad al encuentro con las personas, empezando por el párroco y los
demás sacerdotes. Es el momento en que ejerce más cerca de su pueblo el
ministerio de la Palabra, la santificación y la guía pastoral, en contacto más
directo con las angustias y las preocupaciones, las alegrías y las expectativas
de la gente, con la posibilidad de exhortar a todos a la esperanza. En esta
ocasión, el Obispo tiene sobre todo un contacto directo con las personas más
pobres, los ancianos y los enfermos. Realizada así, la visita pastoral muestra
lo que es: un signo de la presencia del Señor que visita a su pueblo en la paz»
(n. 46).
c) Directorio
para el ministerio y vida de los Obispos «Apostolorum Sucesores»:
Después de tratar la identidad, colegialidad y espiritualidad
del Obispo, y los deberes del triple ministerio, comienza a hablar de su
relación con los niveles de Iglesia, y dedica la tercera parte del capítulo
VIII a las Visitas Pastorales, detallando su desarrollo:
«La visita pastoral es una de las formas, confirmada
por siglos de experiencia, con la que el Obispo mantiene contactos personales
con el clero y con los otros miembros del pueblo de Dios. Es una oportunidad
para reanimar las energías de los agentes evangelizadores, felicitarlos,
animarlos y consolarlos; es también la ocasión para invitar a todos los fieles
a la renovación de la propia vida cristiana y a una acción apostólica más
intensa. La visita le permite, además, examinar la eficiencia de las estructuras
y de los instrumentos destinados al servicio pastoral, dándose cuenta de las
circunstancias y dificultades del trabajo evangelizador, para poder determinar
mejor las prioridades y los medios de la pastoral orgánica. La visita pastoral
es, por lo tanto, una acción apostólica que el Obispo debe cumplir animado por
la caridad pastoral que lo presenta concretamente como principio y fundamento
visible de la unidad en la Iglesia particular,
Para las comunidades y las instituciones que la reciben,
la visita es un evento de gracia que refleja en
cierta medida aquella especial visita con la que
el «supremo pastor» (1 Pe 5,4) y guardián
de nuestras
almas (cf. 1 P 2, 25), Jesucristo, ha visitado
y redimido a su pueblo (cf. Lc 1, 68)» (Apostolorum Sucesores,
220). «Teniendo como modelo a Jesús, el Buen Pastor, se presente el Obispo a
los fieles, no «con ostentación de elocuencia» (1 Co 2, 1), ni con
demostraciones de eficientismo, sino revestido de humildad, bondad, interés por
las personas, capaz de escuchar y hacerse entender» (Apostolorum Sucesores, 223).
Preparación de
la Visita Pastoral (n. 222).
«La visita pastoral, programada con la debida anticipación,
requiere una adecuada preparación de los fieles, mediante especiales ciclos de
conferencias y predicaciones sobre los temas relacionados con la naturaleza de
la Iglesia, la comunión jerárquica y el episcopado, etc. Se pueden también
publicar opúsculos y utilizar otros medios de comunicación social. Para
resaltar el aspecto espiritual y apostólico, la visita puede estar precedida
por una serie de misiones populares, que lleguen a todas las categorías
sociales y a todas las personas, inclusive aquellas alejadas de la práctica
religiosa.
El Obispo debe prepararse adecuadamente para efectuar la
visita, informándose con anticipación sobre la situación socio religiosa de la
parroquia: estos datos pueden serle útiles a él y a las secciones diocesanas
interesadas, para tener un cuadro real del estado de la comunidad y tomar las
oportunas medidas».
Forma de
realización de la Visita Pastoral a las parroquias (n. 221).
«En las visitas a las parroquias, el Obispo tratará de
realizar, según las posibilidades de tiempo y de lugar, los siguientes actos:
a) celebrar la Santa Misa y predicar la Palabra de Dios; b)
encontrarse con el párroco y con los otros clérigos que ayudan en las parroquias;
c) reunirse con el Consejo pastoral, o con los fieles que colaboran en los
distintos apostolados y con las asociaciones de fieles; d) encontrarse con el Consejo para asuntos
económicos; e) tener un encuentro con los niños y los jóvenes que realizan el
camino de catequesis; f) visitar las escuelas y otras obras e instituciones
católicas dependientes de la parroquia; h) visitar, si es posible, algunos
enfermos de la parroquia.
«El Obispo puede también escoger otros modos para hacerse
presente entre los fieles, considerando las costumbres del lugar y la conveniencia
apostólica: con los jóvenes, por ejemplo, con ocasión de iniciativas culturales
y deportivas; con los obreros, para compartir juntos, dialogar, etc.
«En la visita no se debe omitir, finalmente, el examen de la
administración y conservación de la parroquia: lugares sagrados y ornamentos
litúrgicos, libros parroquiales y otros bienes. Sin embargo, algunos aspectos
de este examen pueden ser asignados a los vicarios foráneos o a otros clérigos
idóneos, para que sean realizados en los días precedentes o sucesivos a la
visita, de manera que el Obispo pueda dedicar el tiempo de la visita sobre todo
a los encuentros personales, como corresponde a su oficio de Pastor.
Conclusión de la
Visita
«Concluida la Visita Pastoral a las parroquias, es oportuno
que el Obispo redacte un documento que testimonie la realización de la visita a
cada parroquia, en el que se recuerde el desarrollo de la visita, se reconozcan
los esfuerzos pastorales y se señalen los puntos para un camino más exigente de
la comunidad, sin omitir las indicaciones sobre el estado de las estructuras
físicas, de las obras pastorales y de otras eventuales instituciones pastorales»
(n. 224).
VIII. La Liturgia en las Visitas Pastorales
La parroquia es una célula viva de la Iglesia local, que
acompaña a las personas y familias a lo largo de su existencia en la educación
y crecimiento de su fe. Es centro de coordinación y animación de comunidades,
grupos y movimientos; y lugar de encuentro y fraterna comunión de personas, bienes
y misión. Tiene en la Eucaristía su mayor densidad y su mejor expresión, y está
llamada a testimoniar la novedad del Evangelio en las complejas situaciones que
vivimos.
Cuando la visita el obispo diocesano, está presente en ella
el signo y factor de la unidad de la parroquia con toda la diócesis y con la
Iglesia universal. El obispo es reconocido como el auténtico guía, maestro,
pastor y gran sacerdote de su grey. Es Jesucristo que ministerialmente visita a
su pueblo, lo reúne, lo enseña, lo sana y libera, le fortalece en la caridad, y
refuerza su misión. Por eso, en la Visita Pastoral, se ha de dar unidad a las
diversas actividades. Una asamblea eclesial no puede celebrar una serie de
actos yuxtapuestos y sin conexión. Cada elemento debe ir orgánicamente
armonizado y colocado en el lugar que le corresponde. Y la Eucaristía es el
centro, la cumbre y la fuente de toda la vida de la comunidad cristiana.
La Visita Pastoral tiene un sentido fuertemente comunitario,
integrando las tareas fundamentales: formar comunidad mediante el anuncio de la
fe, la celebración de la esperanza y la vivencia organizada de la caridad. Muy
sensibles a las situaciones y necesidades de la comunidad, con una visión de fe,
se abren a un futuro intencional, de acuerdo al proyecto de Dios, con la
colaboración de todas las fuerzas vivas de la comunidad local.
Es Dios quien suscita el querer y el obrar (Flp 2,13), y
quien da crecimiento a lo que sembramos (1 Cor 3,6). Así que la oración debe
alimentar y sostener continuamente toda actividad pastoral.
Sirve, además, para sensibilizar, crear un clima de interés
común, y puede provocar iniciativas de acción. El Señor Jesús, que nos mandó orar en su
Nombre y con insistencia, no dejará de escuchar nuestras súplicas.
La celebración de la Eucaristía debe poner de manifiesto la
unidad de la Iglesia local en torno a su obispo. El obispo es la cabeza de la
Iglesia local y sucesor de los apóstoles. Su presencia es un signo expresivo
del carácter eclesial de la Eucaristía. Los bautizados, compartiendo la misma
Mesa con su Pastor, se unen más profundamente para un compromiso más activo. La
concelebración de los demás presbíteros con él expresa la unidad del
Sacerdocio, del Sacrificio y del pueblo de Dios, destaca el aspecto jerárquico
de la Iglesia, y la corresponsabilidad pastoral con el obispo, centro de unidad
y acción apostólica.
Está indicado en el nuevo Ceremonial de Obispos, nn.
1177-1184. Anticipadamente el equipo de liturgia debe preparar las
celebraciones, para tener previstos todos los ministros, textos y movimientos.
El coro debe preparar los esquemas de cantos y hacer los ensayos al pueblo,
sobre todo de las aclamaciones. Y así, una digna celebración litúrgica será
signo expresivo de la Iglesia que peregrina en un lugar concreto, con su
variedad de ministerios, para la gloria de Dios.
Victor Hugo Mena Hernández